sábado, 14 de mayo de 2011

La Reyna Del Pacifico

La Reina del Pacífico “alcanzó niveles de operación y mando inusuales en el narco mexicano”. Ricardo Ravelo, especialista en temas del narcotráfico y autor de Los capos y los narcoabogados, calificó a Sandra Ávila Beltrán como una de las mujeres más activas en este negocio, sólo por debajo de Enedina Arellano Félix, quien después de la muerte de su hermano Ramón, del encarcelamiento de Benjamín y de la detención de Francisco Javier El Tigrillo, tomó las riendas del Cártel de Tijuana. “No existe en el mundo ninguna organización con carácter mafioso en la cual una mujer tenga tanto poder como Enedina”, dice. Y ahí, como segunda en la lista, ubica a La Reina del Pacífico, quien —asegura— siempre actuó a la sombra de Ismael El Mayo Zambada. Más allá de sus diferencias jerárquicas, Ravelo diseña los retratos contrastantes de Sandra y Enedina, sus perfiles opuestos, sólo unidos por una característica: el liderazgo. “La Reina es una mujer seductora, que utilizaba sus atributos físicos como una llave para consumar negocios y conseguir aliados, incluso a nivel policiaco. Es protagonista, violenta, manipuladora, dictatorial, bragada, con una vida social activa, amante de las fiestas, de las joyas y de los placeres”, describe. Sobre su labor organizacional, señala: “Su carácter y frialdad la alejaron pronto de los trabajos menores, propios del sexo femenino en este ámbito. Logró filtrarse a los esquemas de dirección y luego se concentró en manejos financieros y lavado de dinero. Durante los últimos años se abocó al préstamo financiero, al ajiotismo y a la compra-venta de autos y bienes inmuebles, sin trastornar su jerarquía de operación”. Enedina, en cambio, se olvidó de las luces, de los excesos y se alió, no con los grandes narcotraficantes, sino con la prudencia, “lo que muy probablemente la mantiene lejos de las investigaciones policíacas, la última pista que se tuvo de ella es que estaba afincada en San Diego, Estados Unidos”, cuenta el analista. Y así complementa su fotografía: “Enedina no tiene ni los rasgos violentos de Ramón ni las posturas negociadoras de Benjamín, sobresale su capacidad administrativa, hasta cierto punto explicable por sus estudios en contaduría. No es la matona cruel ni la dama obsesionada con el poder y la belleza, es más bien escurridiza, mecánica, discreta, inteligente. Es además eficaz en la administración de empresas, bienes raíces, hoteles y casas de cambio”. Mujeres-trofeo. En el narcomundo, dice José Manuel Valenzuela, sociólogo del Colegio de la Frontera Norte, son más conocidas las madres que rezan por sus hijos delincuentes, las viudas y las hijas estigmatizadas “por sus relaciones oscuras”. Las llama “mujeres-trofeo”. “Para los narcotraficantes no basta tener cuantiosas fortunas, les gusta hacerlas visibles, que se sepa que les sobra dinero. Por eso se rodean de premios que reflejan un éxito social: aviones, joyas, ropa, casas, autos, festines y, sobre todo, mujeres-trofeo”. Para ellas se diseñan campañas publicitarias que alertan:

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